Ahora entiendo qué es el arte- y, atravesándome con esa mirada untuosa, preñada de inteligencia-... es cuando Dios tiene nostalgia de los hombres.

sábado, 26 de enero de 2013

Hasta luego.

Nada más he puesto el título y ya estoy llorando. Quizás no sabes cuanto me duelen las despedidas, porque nunca te lo he contado, aún así, esta es la que más daño me ha hecho. Quizás no sabías- cómo jode hablar en pasado- muchas cosas de mi, aunque yo tampoco te las conté porque pensé que serías eterno, que tendríamos tiempo. Sí, ese tiempo por el que ahora suspiro, lloro, porque siento que lo he desaprovechado, y me desgarra el alma. Ahora susurro constantemente mil perdones por todo aquello que me pediste y no te di, como aquella foto de carnet, que todavía guardo en mi cartera esperando el momento para dártela, esa dedicatoria que iría detrás, que ya tengo pensada, pero me faltó tiempo para escribírtela, ir a tu casa y llevártela, como esa foto de comunión de mi hermana, que también pediste pero nunca te dimos.Y ya te has ido sin tenerlas. Son mil perdones los que te pido, absurdos, lo sé.
Quizás no habláramos mucho de nosotros, quizás no nos sentamos a tener una conversación profunda, pero teníamos una conexión especial, de esas que no se tienen con muchas personas en esta vida. Y me hacía feliz comprobar que seguía ahí a pesar de que yo creciera.
Si estuvieras aquí me dirías que no merece la pena llorar, que tengo los ojos demasiado bonitos como para llenarlos de lágrimas. Pero, abuelo, comprende que es imposible no llorar cuando tu ausencia me come el alma, y ahora todo en mi vida lo encuentro vacío. Vacío y negro. Como el color que tintó todo aquellos dos días y que tintarán mi corazón muchos más.
No sé como seguir escribiendo, como tampoco sé como seguir afrontando mi vida con esta tristeza, esta pena que me impide ver más allá de nada y que me ahoga hasta el punto de hacer un esfuerzo para no llorar en cualquier lado. Me creía fuerte, a veces lo soy, pero las despedidas, las ausencias, el echar de menos superan con creces mi 1, 66m. Pero es que duele que suene el teléfono y no poder saludarte, duele pensar que me va a faltar tu voz cantándome en mi cumpleaños, duele saber que no voy a volver a verte, ni a abrazarme, ni a reirme con tus chistes y tus cosas. Nadie me dijo que fuera a ser tan duro, ahora lo sé.
Como odio las despedidas, tiempo atrás me busqué la fórmula de no decir nunca ''adiós'' y contigo no va a ser menos. Hasta luego abuelo, gracias por hacerme sonreír siempre. Te quiere mucho, muchísimo, a reventar, tu nieta más pequeña.

2 comentarios:

  1. Joder, no sé ni qué decirte. Un 'lo siento' es lo más visto en estos momentos, pero tal vez sea lo más cierto y verdadero. Estoy segura de que estará orgulloso de ti, allí en el cielo donde se encuentra :)

    ResponderEliminar