Ahora entiendo qué es el arte- y, atravesándome con esa mirada untuosa, preñada de inteligencia-... es cuando Dios tiene nostalgia de los hombres.

miércoles, 31 de julio de 2013

Dearest.

Queridísimo J:
Cuando te encontré estabas indefenso, pero eso no lo supe hasta más tarde. 
Cuando te encontré apenas dormías, y aquella misma noche del 5 de mayo me lo confesaste. Recuerdo perfectamente esas horas, yo tenía examen de Lengua al día siguiente, pero lejos de agobiarme pasé las horas hablando contigo, con esa curiosidad que solo un desconocido despierta, ese halo de novedad, de entrar en la vida de alguien, y removerlo todo como reconozco que lo hice.  Aquella noche hablamos de todo hasta casi las 3 -a pesar de que mi despertador sonaba a las 6:45 al día siguiente-, y sin embargo, las ojeras no me pesaron, ni los bostezos, ni el cansancio. Estabas tú, y me sorprendí a mi misma consolarme con tu presencia pero fue así. Saqué un 5 en ese examen, pero poco me importó, estaba ganando a un hombre 10.
Cuando te encontré supe en aquel mismo momento de conocerte que no serías uno más. Como todo lo nuestro, el principio también fue especial, más que especial diría atípico, poco común. Pero la pregunta sería qué en nosotros es normal: nada. Y lo adoro. 
Cuando te encontré, probablemente, a veces tendrías miedo, tendrías tus días de bajón, tus dudas, tus inseguridades. Cuando te encontré, mágicamente, supe llegar al centro de ti, y hacer que te abrieras conmigo. Pero lo que encontré fue tan... Tú, tan dulce, tan tierno, tan auténtico, tan valido que ahora que lo pienso si me explico como llegué a enamorarme así de ti. Es lo que siempre pienso; puede que no seas el más guapo, el más fuerte, el más entendido, el mejor del mundo, pero si tienes el corazón más grande que hay en esta tierra y para mí eso vale más que cualquier otra cosa en el mundo.
Cuando te encontré apenas sabía el hombre tan maravilloso que se escondía entre tanta broma, tanta casualidad, tanta pregunta como nos cruzamos en aquellos primeros días. Pero ahora ya lo sé, y me alegro de haberlo encontrado, y más me alegro de que haya decidido quedarse a mi lado, y cogerme de las manos, para siempre.